Meditación - Sobre el fin del mundo
Un aire helado atraviesa el auditorio. El silencio flota entre los asientos; entre las vigas del edificio; entre las cabezas del público. La conferencia (oh, qué mala eres, ironía!) fría y sosa trata sobre lo más importante: el fin del mundo. Dejando de lado la mayéutica, la retórica, los discursos y las TedTalk, el individuo está dando lo mejor de sí. Con grandes y elocuentes palabras, sudando la gota gorda, intenta dibujar en la cabeza del público un escenario apocalíptico. Este apocalipsis, lejos de utopías, supone el fin del comfort que conocemos. El conferenciante, que trata de crear vínculos y emplear ejemplos cercanos, realiza sus mejores esfuerzos para conectar con el público y acaba fracasando. No resulta muy efectivo: un tipo de la tercera fila extiende sutilmente su muñeca, deja caer la cabeza y observa el reloj; una anciana de la primera fila bosteza. Como Sísifo, el conferenciante lleva sus palabras hasta el fin de la charla en un esfuerzo inútil. La gente se levanta, sin