Muerte - I y II
Cada día, al salir del trabajo, me cruzo con su cadáver. Postrado en la acera, mirándome con su gran ojo, me juzga. El mundo le detesta y no quiere acercarse. Miedo, supongo. Su cuerpo yace en la acera desde hace semanas, azotado por el Sol, por el aire; azotado por nuestra vergüenza. A veces siento el deseo, el impulso, de acariciarte las alas. ¿Todavía late ese corazón tuyo? ¿Queda algo vivo de lo que fuiste? No es el único cuerpo que he visto. He visto la putrefacción en nuestras calles. En cada acera o en el duro asfalto pueden derramarse tripas, sangre y otros fluidos. ¿Hemos aprendido a ignorar la muerte? ¿Quién despeja las calles llenas de cadáveres? Llevo ya dos semanas viendo tu ojo, ahora marrón y seco, buscando una mirada cómplice. No deseas mal alguno, solo paz. Si llega el día en que muera en la calle, por favor, recicladme. II... ¿Por qué motivo me sigue la muerte a todas partes? ¿Y por qué me esfuerzo en evadirla? Algo en mí lucha constantemente, busca liberarse y ab