Cantos del Desgarro

La mayor dificultad de todas, crear o plasmar letras en zonas descubiertas, se presenta ante mí ahora. Me enfrento a un enemigo peor que el ya conocido Conde Pageblanche ; me enfrento a su amiga Blanc de Mémoire . Ella prepara sus garras, sedientas y afiladas, dispuesta a hacer trizas mi mente y creatividad. Grita: Allons-y! con todas sus fuerzas. Grita: Allons-y! y consigue mi derrota, pierdo la letra, la guerra la métrica. Permanezco tumbado en el prado nevado. Sollozo y lloro, o eso pretendo, y crear...crear no puedo.

Soy un Poetra, borracho y perdido, que malgasta la letra y no le saca partido. Soy un Poetra, que sin llegar a Poe ni terminar en -eta se ahoga en un mar de letras. Soy aquél que sin ser de mi y tampoco de usted en pobreza debe morir. Vendí mi alma a un triste diablo que no responde y con el que no me hablo. Y al estar el Infierno ™  en un ERTE, el diablo me desea: ¡buena suerte! Y al estar en paro y no darme lecciones, solito practico y escribo canciones.

Con las manos al volante evito hacer contacto visual, noto la presencia a mi espalda una mirada clavada, constante. Me acosa el niño anterior clavando sus ojos en mi nuca con su mirada me juzga y desprecia mi nuevo yo. Llevo a mi lado los sueños del presente más próximo. Son sueños bonitos y nuevos y mejores que los del pasado. En el asiento de atrás llevo a mi niño pasado e ignorado que lucha feroz por salir al escenario a relucir. Subo la música al máximo y canto hasta estallar en melódicos llantos, en dolorosos cantos. Piso el pedal y acelero hacia un futuro incierto. Lejos de un futuro que no será, lejos de un pasado que no volverá.

Imagino un lugar minúsculo, y grande para sus habitantes, Imagino el remanso de paz encontrado entre los árboles. Allí vivían los Macadamios, pequeños seres entre ramas. Allí vivían, minúsculos y felices, entre troncos, ramas y raíces. Se alimentaban de nueces, gigantescas y deliciosas, y una sola de ellas les alimentaba 6 meses. Vivieron siglos felices entre música y nueces y entonces los gigantes encontraron sus árboles. Armados de tijeras y peculiares herramientas los gigantes se asomaron cerca del pueblo Macadamio. Feos, narigudos y horrendos los gigantes llegaron en tropel y con grandes zarpas peludas saquearon Macadamia. El que fuera hogar de la nuez, y de los pequeños Macadamios, perdió luz, vida y nuez por gigantes hambrientos. Y una nube tóxica cubrió troncos, ramas y raíces y el pueblos entero sufrió la fumigación de árboles. Así es como los Macadamios desaparecieron. Fueron un pueblo y no una plaga. Antaño las nueces eran guirnaldas q

Destroza mi mundo, rompe mis costuras, despeina mis ideas; me entrego al olvido. Comparto contigo la cena y reservo un lugar en la mesa ven y celebra a mi lado que la muerte ha llegado.

Extraños cánticos procedían del lugar. Conjuros. Sonidos, vocablos y gemidos inmigrantes de otro lugar, de otro tiempo y lengua.  Mi burra, Jimena, parecía entender mucho mejor que yo la situación en la que nos encontrábamos. Mis pies temblaban y las suelas de mis zapatos se sentían lejanas e irreales.  En lo más alto del cielo se realizaba un baile de magia desnuda, negra y sucia, profana e inhumana. De soplo en soplo el alma de la víctima -o el plato principal de la noche- se desvanecía, enfriaba la noche y en polvo de estrellas se convertía.  Esa noche habría segundo plato. Jimena lo sabía y se quedó atrás. Quise volver a por ella, quise obligarla, mas ella no tenía la culpa. Ella no quiso salir esa noche ni emprender ese viaje.  Escondido bajo mi capa, ignoré toda figura y proseguí.