EL ERMITAÑO - II - LO QUE RESPONDIÓ
Rojas nubes brotan del suelo alentadas por la llamada. Una imponente y gigantesca figura se alza ante el Hombre. Esta manifiesta: He venido por tu sangre e incesable ruido. Tus llantos agónicos he oído desde la más lejana negrura, y eres TÚ, Ermitaño... Vivo, habla ahora. ¿Qué hago aquí? El Hombre titubea ante la presencia, negra y borrosa, y contesta lo siguiente: ASMODEO os he clamado para que así, Observador del Todo y Nada, ilumine la oscuridad en mis noches. Viajero entre tiempos y estaciones, ¿De dónde vine y a dónde iré? Una sensación familiar me invade una de haber estado aquí antaño, puesto que preguntar no hace daño, ¿por qué un vacío me invade? ASMODEO agarra a la pequeña figura por los hombros, y mirando fijamente a sus ojos, canta así: Tus ojos no pueden ver aquello que SERÁ, pero pueden mostrarte algo, sí, quizás… TÚ viste mujeres danzando en pleno vacío, madres e hijas, fueron ellas una vez la misma, y un traidor, un ser blan