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Mostrando entradas de febrero, 2020

EL ERMITAÑO - II - LO QUE RESPONDIÓ

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Rojas nubes brotan del suelo alentadas por la llamada. Una imponente y gigantesca figura se alza ante el Hombre. Esta manifiesta:  He venido por tu sangre e incesable ruido. Tus llantos agónicos he oído desde la más lejana negrura, y eres TÚ, Ermitaño... Vivo,  habla ahora. ¿Qué hago aquí? El Hombre titubea ante la presencia, negra y borrosa, y contesta lo siguiente:  ASMODEO os he clamado para que así, Observador del Todo y Nada, ilumine la oscuridad en mis noches. Viajero entre tiempos y estaciones, ¿De dónde vine y a dónde iré? Una sensación familiar me invade una de haber estado aquí antaño, puesto que preguntar no hace daño, ¿por qué un vacío me invade? ASMODEO agarra a la pequeña figura por los hombros, y mirando fijamente a sus ojos, canta así: Tus ojos no pueden ver aquello que SERÁ, pero pueden mostrarte algo, sí, quizás… TÚ viste mujeres danzando en pleno vacío, madres e hijas, fueron ellas una vez la misma, y un traidor, un ser blan

TAN BIZCO

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Cuando me miro al abismo y me encuentro tan bizco entre el ser y la nada pierdo toda la semana. Me refugio y agarro muchas veces en vano a la poesía y las musas a estas verdades intrusas.

EL ERMITAÑO - I - LLAMADA

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En la oscuridad absoluta, una figura se mueve llevada por un trance. Con cada movimiento entona: Oh Asmodeo , préstame tus ojos, para que pueda ver así el pasado, presente y futuro del cosmos, y entender lo inexplorado. Muéstrame a Prometeo y el fuego, y luego, si a bien tienes, guíame suavemente como el aire  mueve hojas en las calles, ¡Oh, Asmodeo, te lo ruego! Te he trazado un riachuelo, hecho de sangre en el suelo, y he dejado todo por esto, ¡Oh, Asmodeo, ven presto! Y si mi voz es un susurro y debo gritar… así lo haré. ¡Oh, Asmodeo, aquí estaré, y seré tu siervo, así lo juro!