EL ERMITAÑO - I - LLAMADA
En la oscuridad absoluta, una figura se mueve llevada por un trance. Con cada movimiento entona:
Oh Asmodeo, préstame tus ojos,
para que pueda ver así el pasado,
presente y futuro del cosmos,
y entender lo inexplorado.
Muéstrame a Prometeo y el fuego,
y luego, si a bien tienes,
guíame suavemente como el aire
mueve hojas en las calles,
¡Oh, Asmodeo, te lo ruego!
Te he trazado un riachuelo,
hecho de sangre en el suelo,
y he dejado todo por esto,
¡Oh, Asmodeo, ven presto!
Y si mi voz es un susurro
y debo gritar… así lo haré.
¡Oh, Asmodeo, aquí estaré,
y seré tu siervo, así lo juro!
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