Sobre Orfeo y las Moiras

Nuestro héroe ORFEO, acompañado por EURÍDICE, parte hacia la salida del Inframundo. Aparecen las MOIRAS (como unas leves imágenes, fantasmas o espíritus) que inician la siguiente conversación con nuestro héroe:

MOIRAS:
Observa, Orfeo, el rostro del infierno.
Meras imágenes sin vida alguna, proyecciones de alma.
La muerte no es otra cosa que rigidez; un sueño eterno.

ORFEO: ¡No! Eso no es cierto, siento la mano de Eurídice, 
siento su tacto, y estoy seguro de que anda tras de mí. Puedo
sentir su fragancia, aunque sea débil ahora, y puedo incluso
oler las rosas y los lirios que la acompañan. Casi puedo ver su rostro, 
bañado por la luz de Apolo, y sus ojos verdes y llenos de gracia...

MOIRAS: No te hace bien alguno soñar despierto.
Sabes bien que los muertos también se aparecen en sueños,
poeta. Sabes también que los sueños son apenas ilusiones,
engaños, tretas. Los sueños pueden fallar como los sentidos.
¿No has soñado con algún familiar y conocido y has presenciado
como se desdibujaba su rostro? ¡Lo mismo ocurre aquí en el Hades!
¿Cómo sabes que arrastras a Eurídice a la salida?
Bien podría ser otra alma, otra doncella desdibujada.

ORFEO: Nada de eso es cierto, son meras habladurías de sofista.
Dejaos de engaños. Hades nos dejó ir, a Eurídice y a mí. Hades
nos abre camino hacia casa. La ruta ahora está en mi corazón,
y bien seguro estoy de que es lo correcto.

MOIRAS: No engañamos, y mucho menos somos sofistas. Hades te otorgó
el intentar salir de aquí. No ofreció garantías, acuerdos ni pactos...
Así funcionan ellos, movidos por diversión; son tan grandes que sus
intereses son incomprensibles para alguien diminuto. Y lo cierto, Orfeo,
es que estás solo en este último tramo. No existe la ayuda de los dioses
para aquél que vaga entre reinos cuando aún no se le permite; ofendiste
a los dioses y ahora debes valerte por ti mismo. Nosotras te seguimos por
mero entretenimiento. Sabemos cómo termina la historia.

EURÍDICE: ....

 ________________________________________________________

Poema dedicado a Orfeo.
Me gusta imaginar a las Moiras como las causantes de la duda de Orfeo. Sócrates decía (si aceptáis que fue alguien real) que tenía un familiar en casa, un tanto preguntón, que reprochaba su conducta y le planteaba nuevas dudas. Este familiar preguntón, este demonio maldito llamado conciencia (el Pepito Grillo original), sería el mismo que llevó a Orfeo a girarse en busca de Eurídice. Tiene cierto sentido creer que Orfeo obtiene la maldición del conocimiento: observa un lugar al que se le prohíbe el acceso a los mortales y, por ello, acaba perdiendo toda cordura. El Orfeo que se adentra en el inframundo regresa distinto: nunca cantará como lo hacía antes, no escribirá nada bello, cambiará su sonrisa por lágrimas. Orfeo partió en busca de Eurídice siendo inocente y regresa conociendo una verdad inalcanzable. El infierno griego no es un lugar de tortura, como el nuestro. El infierno griego simplemente es un reposar eterno donde las almas vagan sin ser ellas mismas, siendo unas meras imágenes irreconocibles de su antiguo yo (se parecen, quizá, en apariencia pero nada más). Imagino justo eso: Orfeo descubre lo que no debería y por ello los dioses no le otorgan ayuda. Orfeo sería un Ícaro subterráneo y underground, que, en vez de estamparse al intentar alcanzar los astros, acabará perdiendo la cabeza (nunca mejor dicho). ¿Por qué duda Orfeo? Quizá fue por las Moiras. Quizá alguien le insinuó que todo era una treta, un engaño. Quizá nunca debió de fiarse de los dioses.

Comentarios

  1. ¡Me gusta esta versión! La historia de Orfeo siempre me ha dado mucha lástima, es un dramón. El caso es que, cuando yo lo estudié, debatimos en clase sobre el sentido de este cruel castigo. Las condiciones y pactos de los dioses son inquebrantables (incluso entre los propios dioses, el hecho de incumplir un pacto tiene graves consecuencias para ellos). A Orfeo se le da una oportunidad, y la malgasta. ¿Pero es que hay algo más humano que la duda, y más en una situación así? El paralelismo con la fábula del génesis sobre la mujer de Lot, que se convierte en sal al mirar atrás mientras huye de su ciudad, es notable.

    Sea como sea, me ha gustado tu reflexión, y... pobre Orfeo.

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