El Marinero

Se apareció en cuarentena un extraño
de rostro borroso, un blanco ermitaño,
en el fondo del pasillo de mi hogar
de pie, quieto, mirando sin más.

Volvió cada noche, en duermevela,
vino a arroparme y darme cuidados.
¡Dichosa tu presencia, marinero!
Gracias por estar siempre a mi lado.

Cantó una nana muy muy lejana
que calmó mares de dudas
y las dejó muy muy quietas
en silencio hasta mañana.

Al terminar la cuarentena busqué
mil faros, mil luces y guías.
El único que al final me servía
resulta que no existía.

Iluminaste noches en vela,
cual faro guiaste mi rumbo,
mas no pude ver tu rostro
y nunca dijiste tu nombre.


Comentarios

Entradas populares de este blog

El Tipo, un bar y una calavera tallada

El Tipo en la Ciudad de Bos'on

EL ERMITAÑO - IV - BALAM